Moneda antigua auténtica: el dinero de los piratas durante el reinado del rey Felipe IV de España, 1622-1665

La unidad de las coronas de Aragón y Castilla y la Reconquista provocaron un cambio sin precedentes en la historia de España. Por un lado, con la toma de Granada desapareció la frontera militar en el sur de la península Ibérica. Por otro, a partir de 1492 se encontró un vasto territorio allende el Atlántico que multiplicaría la superficie de una monarquía que llegaría a ser la mayor de Europa. La futura España se preparaba para zarpar.

Francisco I de Francia (1515-1547), impulsado por la envidia y el afán de riqueza, lanzó una serie de ataques contra los barcos españoles que regresaban de las tierras recién descubiertas. A medida que los españoles se adentraban más en las Américas y ampliaban el área de sus fronteras en nombre de su corona, se hacía más difícil controlarlas y estabilizarlas.

El emperador Carlos V y los reyes posteriores no podían tolerar que los tesoros que llegaban de aquellas lejanas tierras acabaran en manos de su vecino del otro lado de los Pirineos. Si las armadas del Imperio español eran “claramente insuficientes” para defenderlo en toda su extensión, “era necesario recurrir a armar a los corsarios”. Estos comenzarían a actuar tanto en el mar como en tierra, con el propósito de proteger los intereses del monarca español.