Descubriendo la división de Roma en dos Imperios

La persecución de los cristianos comenzó en tiempos del emperador Nerón (quien reinó desde el año 54 hasta el 68 de nuestra era). Nerón necesitaba echar a alguien la culpa del incendio que destruyó buena parte de Roma en el año 64.

Los relatos de los cristianos que fueron echados a las fieras o quemados vivos son una terrible verdad. Uno de los tormentos de Nerón era sumergir a los cristianos en pez y emplear sus cuerpos como antorchas para iluminar los jardines imperiales durante las fiestas.

Los cristianos fueron perseguidos y frecuentemente martirizados hasta los tiempos de Constantino el Grande, que promulgó el Edicto de Milán en el año 313 después de Cristo, con lo que se acabó la persecución.

La conversión

La leyenda dice que antes de celebrarse una importante batalla apareció en el cielo una cruz de fuego con un mensaje: “Con este signo vencerás”. Agradecido por la victoria alcanzada en aquella batalla, Constantino se convirtió a la nueva religión y derogó los crueles decretos contra los cristianos.

Sin embargo, el creciente número de los ataques de los bárbaros obligó a Constantino el Grande a trasladar la capital de Roma a Bizancio, a la que dio el nombre de Constantinopla (hoy Estambul). Esto tuvo como consecuencia la división del mundo romano en dos partes.

La oriental estaba administrada desde Constantinopla, mientras que la occidental era gobernada por un emperador adjunto que residía en Italia. Así, el último emperador que gobernó sobre una nación romana unificada fue Teodosio I (379-395). A su muerte, el Imperio quedó dividido entre sus dos hijos, Honorio, que reinaba independientemente sobre el Imperio de Occidente, y el mayor, Arcadio, que vino a ser el primer emperador bizantino.

Monedas de ambos Imperios

El Imperio de Occidente duró menos de un siglo a partir de ese momento. Pero el Oriental o Bizantino perduró durante más de mil años, hasta que lo conquistaron los turcos en 1453. Los años de mayor esplendor fueron los de Justiniano I (527-565).

Cuando el Islam nació de la inspiración de Mahoma, en el siglo VII, y fue cobrando poder, comenzó a guerrear en las fronteras de Bizancio, y en el siglo XV acabó por abrir brechas en las murallas de la capital y por conquistarla.

Los bizantinos acuñaron monedas de oro, de electro (aleación de oro y plata), plata, vellón (aleación de plata y un metal inferior) y bronce. Las monedas de plata fueron las de mayor circulación en el Imperio de Occidente, pero las de oro y bronce formaron la base del sistema monetario oriental.

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