Las coronas del Imperio Austrohúngaro llegaron a emitirse en 9 idiomas, tantos como países llegaron a integrar esta gigantesca potencia europea de la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX. Concretamente, estas lenguas fueron la austriaca, la húngara, la checa, la polaca, la ucraniana, la italiana, la eslovena, la croata, la serbia y la rumana.
La corona no nació hasta finales del siglo XIX, ya que anteriormente, el papel moneda del Imperio Austrohúngaro era el gulden (o florín en húngaro). En 1892, el ministro de Hacienda, Sándor Wekerle, decidió adoptar el patrón oro e introducir una nueva moneda, la corona, cuyo valor era de medio gulden.
Asimismo, cada corona se dividía en céntimos, que se llamaron heller en austriaco o fillér en húngaro. A partir de 1900, los gulden desaparecieron completamente del mapa austrohúngaro, siendo las coronas las monedas que se utilizaron de ahí en adelante, durante los años más turbulentos del imperio, que pronto desembocarían en su desaparición.
El Compromiso Austrohúngaro
El imperio nació en 1867, con la firma del denominado Compromiso Austrohúngaro, por el que la casa de los Habsburgo se hacía con el poder de un basto imperio que pronto comenzaría a sumar estados, hasta llegar a la decena.
Poco antes de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Austrohúngaro ocupaba una extensión de cerca de 700.000 kilómetros cuadrados y sumaba una población superior a los 50 millones de habitantes, una de las más elevadas de la época.
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